Viaje al Templo Budista de Kanshoji
Viaje a KANSHOJI (Francia)
Ver también
por Franck Cengizalp
Hace ya un par de meses recibí una llamada al movil, era Franck Cengizalp para infamarnos de un curso de Zen&Iaido en un Templo Budista situado en un pueblecito francés, La Coquille, muy cerca de Limoges. El templo es Kanshoji.Aunque fue complicado organizar el curso, al final lo logramos, y el día 25 de Mayo, a las 18:00 del Dojo de Zanshin-Madrid, salía un coche con Eugenio, Fernando, Gonzalo y Jose rumbo a Francia.
Sabíamos que la lluvia iba a hacer muy incomodo el viaje, la lluvia y las doce horas que tardaríamos en llegar como mínimo, pero como siempre que partimos a algún curso, las carcajadas, las bromas y el buen humor son la nota predominante.
Nuestra duda, de la que queríamos hablar poco, eran las sesiones de ZAZEN, ¿seriamos capaces de aguantarlas?, preferíamos no pensar en ello demasiado, pues íbamos a juntarnos con Franck y a entrenar Iaido con él y con los compañeros franceses del Sanbokyodan, nuestro Dojo hermano de Iaido
Pasaban los kilómetros, y la lluvia seguía acompañándonos, esas conversaciones filosóficas que solemos llevar en los coches, y esa habilidad excepcional que tiene Gonzalo de conducir sin mirar la carretera nos hacía el viaje muy interesante. Era la hora de cenar, y decidimos para en Nanclares de Oca, en un restaurante que conocía Gonzalo muy bueno y que por supuesto no encontramos, pero compañeros, hay que ver lo bien que se come en Euskadi, y lo mucho que nos acordaríamos de esa cena. Seguimos el viaje y más lluvia, al poco de pasar la frontera, cambiamos de conductor, Jose coge el volante, y el resto de compañeros amenizan el viaje con ronquidos y demás ruidos extraños. Pasamos esa zona interminable de Las Landas, y el sueño pesa en los ojos de todos, incluso de Jose, a quien no le hace compañía más que el GPS, estamos teniendo que parar más de lo que pensábamos, vamos con retraso, pero llueve mucho. Llegamos a Burdeos entre ronquidos, y abrazos cariñosos entre los viajeros del asiento de atrás, es increíble las posturas que llegaban a poner para estar cómodos. El GPS informa a Jose de las autovías que tiene que ir cogiendo para llevar el buen camino, y lógicamente se pierde, pero en un alarde de habilidad vuelve a encontrar el buen camino. Silencio, lluvia, ronquidos, a 100 kilometros de La Coquille, hay que cambiar de nuevo de conductor. Eugenio nos lleva a buen término sobre las 8:30 de la mañana, hemos tardado mucho, y nos sorprende, en ese pueblecito, que parece el pueblo de las rosas por los jardines particulares que tiene, y el olor que se respira, que la gente esté tomando ya café y hablando los unos con los otros. Hay que desayunar, y en un perfecto español pedimos un montón de croisants y café, hasta que nos damos cuenta que estamos en Francia, y allí parece ser que el idioma es el francés. Caemos en la cuenta que ninguno de nosotros sabe francés, pero nos defendemos, o con la cara de hambre y las ojeras que tenemos nos entienden perfectamente.
Sobre las diez y media de la mañana llegamos al Templo de Kanshoji, nos salen a recibir unos monjes muy simpáticos y cordiales, estaban preocupados, nos esperaban sobre las siete de la mañana. Nos ven en tal estado que nos dicen que vayamos a dormir hasta la hora de la comida. Sobre las 12:30 llega Franck y los compañeros franceses, hay que prepararse para la comida. Tras la cual, Franck nos informa de que vamos a entrenar de 14:30 a 17:30, lo cual nos parece de maravilla, aunque Jose en un alarde de despiste, normal ya en los viajes, comprueba que ha olvidado el hakama, menos mal que Jorge llevaba dos. Ya no había cansancio, ni sueño, estábamos con Franck y nuestras espadas, técnicas por parejas, katas de shinkage ryu, enseñanzas y correcciones de Franck, una clase estupenda que nunca olvidaremos. Y llega la hora de despejar nuestra duda, una monja nos explica la postura de zazen y la etiqueta que debemos de conservar para la sesión de zazen, que por deferencia a nosotros iba a ser más corta de lo normal. Comienza, y a los veinte minutos no sentiamos ya las piernas, nos dolía todo el cuerpo, era más duro que las clase de iaido que habiamos finalizado. Unos 45 minutos después termina el zazen. Lo aguantmos?, bueno, aguantamos la postura malamente, pero nuestra mente estaba tan fija en el dolor que sentíamos, que dudo mucho que podamos decir que la aguantamos. Cena, Franck nos dice que si queremos, podemos entrenar otra hora, de 21:00 a 22:00 horas, y por supuesto que queremos entrenar. Pero ya no controlábamos, el cansancio y el sueño eran muy grandes, incluso creemos que Franck se da cuenta de nuestro estado, pero incluso así, la clase ha merecido la pena, correcciones en los katas de Sete Iai.
A dormir, es un templo y no se puede montar jaleo, silencio, de todas formas, no estamos para muchas juergas y caemos en un sueño profundo, nosotros, los españoles, porque los monjes y el gato que dormían con nosotros puede que no durmieran tanto, el motivo preguntárselo a Fernando.
En pie a las 6:45, desayuno, y segunda sesión de zazen, no voy a hablar al respecto, mala fue la primera, pero esta……fue más larga. Al termino de la sesión, Franck hace una pregunta al maestro del templo, el cual, y al hilo de esa pregunta, nos explica el concepto y significado de HI SHIRYO, al menos a mi me despeja muchas dudas y preguntas esa explicación.
Nuevo entrenamiento, aunque previamente, y como la noche anterior, los chicos de iaido, tienen que fregar los platos y limpiar la cocina. Sete Iai, preparación de los exámenes de Fernando y Eugenio, aunque los detalles que Franck nos enseña y corrige valen para todos. Otras casi tres horas de entrenamiento, que se nos pasa en un abrir y cerrar de ojos. Llega la comida, y la despedida de los monjes, preparamos el equipaje para volver a España, y como siempre las despedidas de las personas amables y queridas son tristes.
Es cierto que en nuestro viaje de vuelta hablamos mucho sobre el Zen, realmente la idea que sacábamos todos es que no volvíamos a un curso como ese, pero las cosas hay que pensarlas. No habíamos descansado, habíamos entrenado mucho y fuerte, y en un templo budista, la comida es vegetariana, claro que podemos decir que pasamos hambre. Estamos acostumbrados a hacer una reverencia a un compañero, a un maestro de Budo, pero no a un monje o monja budista. Comprendemos y respetamos ceremonias de artes marciales que en su mayoría tienen sus raíces en el budismo zen, pero el ambiente y la atmósfera del templo nos pudo, nos agobió, nos puso nerviosos. Por supuesto que todas las opiniones son respetables, la vida en un templo budista es muy dura, supongo que como en cualquier otro tipo de templo, es cierto que para nosotros era muy exótico manejar nuestras espadas en esa atmósfera, pero, a parte de eso, había mucho más, cosas que quizás en esos momentos no veíamos. Humildad, sencillez, respeto………..concepción de la vida, de una vida que es muy distinta a la que día a día llevamos, y es posible vivirla. Ninguno de nosotros vamos a ser monjes budistas, pero algunos de nosotros si que volveríamos a repetirlo, aun sabiendo que hay cosas que no nos gustan, y respetando otras opiniones lo mismo que son respetadas las nuestras. Creo que unicamente viviendo las cosas, es cuando se puede opinar. Es muy duro, va por delante mi opinión, pero a quien le pique la curiosidad, que lo viva, es una experiencia más que enriquece la vida, nuestra vida.